Imagina que, estando tu coche correctamente estacionado en la vía pública, un conductor imprudente colisiona contra él, provocándole desperfectos cuya reparación asciende a más de seis mil euros. Este conductor imprudente da parte a su aseguradora y ésta te ofrece menos de la mitad de lo que te costaría la reparación, diciéndote que es “antieconómica”, que vale más reparar tu vehículo de lo que costaba en el momento en que fue colisionado, y en consecuencia, te ofrecen lo que ellos consideran que te costará comprar uno similar.
Pero tú no quieres otro coche, quieres el tuyo. Además, con un simple vistazo a los precios del mercado de segunda mano, compruebas que lo que te ofrecen no cubre, ni por asomo, lo que en realidad te costaría uno en similares condiciones.
Esto es lo que le ocurrió a un cliente nuestro a quien asesoramos y defendimos en un proceso judicial de reclamación del coste de reparación más los intereses y costas correspondientes. Y, hace unos días, recibimos la Sentencia dictada por el Juzgado de 1ª Instancia n.º 2 de Pontevedra danto la razón a nuestro cliente, obligando a la compañía de seguros Allianz a abonar el coste de la reparación de su vehículo más los intereses y las costas del proceso. Una sentencia justa.
El motivo de este artículo, más allá de compartir el resultado del pleito, es reflexionar sobre algo que ocurre con mucha frecuencia y que pervierte el sistema de indemnizaciones en casos como el comentado: las aseguradoras han creado un sistema de peritaje que les permite concluir como “pérdida total” casos que, en realidad no lo son. Para hacerlo, las compañías de seguros toman como valor de mercado de un determinado vehículo, valores muy bajos y alejados de la realidad para, comparándolo con el valor de la factura de reparación, concluir que la reparación es antieconómica al superar el supuesto valor de mercado del vehículo siniestrado.
De esta forma, se deja en total desamparo a las víctimas de estos siniestros, que ven como pierden sus vehículo sin culpa ninguna, y se tienen que conformar con una irrisoria indemnización que no alcanza nunca el valor real de lo que le costará adquirir otro coche similar.
¿Cómo hacen esto?
Para hacerlo usan unos mal llamados informes periciales. Unos documentos que, si bien aparecen firmados por los conocidos como “peritos del seguro”, es decir, por técnicos que trabajan para las aseguradoras, en realidad, en estos casos, no realizan ninguna pericia, sino que, simplemente, se limitan a copiar el dato estadístico que obtienen de determinadas empresas proveedoras, empresas cuyo servicio es poner a disposición de sus clientes sus bases de datos de compraventas de vehículos.
Pero vayamos por partes. Decimos que los “peritos del seguro”, en estos casos. no realizan ninguna pericia. En consecuencia, lo primero que debemos tener claro es qué es una pericial.
La prueba pericial.
Una pericial es aquel medio de prueba que se plasma en la redacción de un informe sobre alguna materia, que es firmado por una persona (el perito) que posee los conocimientos especializados necesarios, fruto de su formación o experiencia. Este perito ,con determinados datos que obtiene de fuentes propias, aplica sus conocimientos y/o experiencia para, a través del oportuno razonamiento y explicación, llegar a una conclusión. Este informe, es puesto a disposición de un juez quien junto con otras pruebas debe valorarlo para, a su vez, resolver el proceso mediante el dictado de una Sentencia. Lo característico es que el perito asiste al juez pues, éste, a priori, carece de los conocimientos especializados que sí posee el perito, conocimientos que son necesarios para la resolución del proceso. Por ejemplo, no puede hacerse una pericial jurídica, por razones obvias, pero sí una pericial de un arquitecto que concluya si el cálculo de una estructura cuya resistencia fracasó causando determinados daños, fue correcto o incorrecto.
Partiendo de este concepto, y examinando los informes, llamados periciales, que utilizan las compañías de seguros en casos como el que comentamos, podemos concluir que, en realidad, lo que están haciendo las aseguradoras es disfrazar de informe pericial lo que no son más que datos estadísticos que obtienen, no de la pericia de un técnico, sino de bases de datos que son puestas a su disposición por empresas que prestan este servicio.
Las empresas proveedoras de bases de datos.
Seguramente, algún lector habrá tenido la experiencia de ir a un concesionario a comprar un vehículo pretendiendo entregar, como parte del precio, su vehículo usado, y habrá visto como el comercial de turno, le pide los datos del mismo (la marca, el modelo, el año de matriculación, etc), datos que va introduciendo en un ordenador para, una vez, introducidos los necesarios, darle a un botón y ¡sorpresa! nos ofrecernos una cantidad ridícula. Cantidad que evidentemente no se acepta, tomando la decisión de vender el vehículo usado “por fuera del concesionario” obteniendo, de esta manera, un precio justo por él, seguramente tres o cuatro veces más que lo que el concesionario nos ofrecía.
Pues bien, estos mismos programas o aplicaciones que usan los concesionarios son los que compran las compañías de seguros. Una de las conocidas es Eurotax.
Una vez adquirido el programa o la aplicación correspondiente, lo ponen a disposición de sus peritos quienes, entrando con un usuario y una contraseña, ya pueden operar en los mismos. Abren la aplicación, e introducen los datos que le va pidiendo: fecha de primera matriculación, marca, modelo, características opcionales, kilómetros recorridos, etc. Una vez hecho esto, ya tienen el dato que le ofrece el programa. El valor del vehículo en el momento de siniestro es la misma cantidad ridícula que nos ofrece el concesionario como valor del vehículo entregado como parte del precio. Y, de este modo, casi siempre, esta cantidad es inferior al valor del reparación es decir, “pérdida total”.
Entonces, preguntémonos:
¿Por qué estos valores tan bajos?
Es sencillo. Estas empresas proveedoras de estos programas y/o aplicaciones lo que hacen es crear unas bases de datos, y para ello, lo que tiene que hacer es recopilar datos. Es fácil entender que, según los datos que recopilemos, es decir, según los datos de las compraventas que seleccionemos para incluir en nuestra base de datos, la estadística de “valores medios” será una u otra. Veamos un solo ejemplo para entenderlo:
Estas bases de datos no contienen los datos de todas las compraventas que se producen. Una parte importante del mercado de compraventa de vehículos de segunda mano no se incluye: las compraventas de particular a particular.
Solo incluyen las compraventas entre empresa y particular. Es decir, si alguien vende al concesionario su vehículo usado como parte del precio de adquisición de uno nuevo (por un precio muy inferior al real) esta compraventa se incluye en la base de datos; si, por el contrario, otra persona no lo vende al concesionario y lo vende por su cuenta a otro particular (por un precio de mercado real) esta compraventa no se incluye.
Por eso, cuando obtenemos el valor de mercado que nos ofrece aplicaciones como Autowertnet (que es una de las que usan estos informes periciales de compañías de seguros) el valor obtenido es llamativamente bajo. Y es que, la propia empresa proveedora, lo advierte en sus términos contractuales en cláusulas como esta:
“Eurotax garantiza que i) los Productos han sido compilados aplicándose la competencia y diligencia razonables conforme a las buenas prácticas del sector. El Cliente reconoce que, a la hora de estimar valores presentes y predecir valores futuros o proporcionar cualquier otra información, Eurotax aplicará la competencia y la diligencia razonables, si bien Eurotax no garantiza que ningún valor o dato en particular sea exacto, completo o correcto, debiendo el Cliente tratarlo exclusivamente como indicaciones orientativas; ii) …”
Conclusiones
Estos valores usados por las aseguradoras para concluir la “pérdida total”, no surgen del conocimiento del perito como tal, de su formación o experiencia, sino que son datos que obtienen de un proveedor de servicios de big data. Estas empresas venden a sus clientes, Compañía de Seguros, una serie de programas, que, a su vez, éstas ponen a disposición de su “perito de la compañía”, quien tranquilamente, sentado en su casa con un café, se limita a introducir la información solicitada, para que el programa le de un valor. Es decir, no realiza ninguna pericia, no hace nada que cualquiera de nosotros no pueda hacer, pues no hace falta ser técnico en nada o tener algún tipo de formación para, siguiendo intuitivamente la web o la aplicación, ir introduciendo los datos que nos va requiriendo: marca, modelo, año de matriculación, tipo de combustible, etc. Algo que la mayoría de nosotros hemos hecho en webs de búsqueda de coches de segunda mano, por ejemplo.
Por tanto, lo que no son sino simples datos estadísticos, las compañías los presentan en los Juzgados como pruebas periciales, creando la falsa idea de que estamos ante el dato obtenido por un experto. Pero no es así, es un simple documento que habrá de valorarse según unos criterios, entre los que cabrá alegar:
1º.- Que existe una vinculación mercantil entre el proveedor del dato y la aseguradora.
2º.- Que estos proveedores acumulan datos que no reflejan un valor de mercado real sino, en todo caso, parcial e incompleto, dado que, por un lado, se omiten las ventas entre particulares y, por otro lado, de las ventas entre profesionales y particulares, habría que preguntarse quién y con qué criterios se selecciona el dato, es decir, la compraventa a incluir y la que no.
3º.- Que los propios proveedores advierten, y no ofrecen garantía, sobre la exactitud, corrección e integridad de estos datos.
Sabiendo todo esto, en el caso de nuestro cliente, nuestra respuesta a la pregunta del título, sin ningún género de duda, fue que reparase el vehículo y reclamase. Consulta siempre con un abogado.